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Filipenses

Capítulo: 1 2 3 4

1 Resta, hermanos, que os gocéis en el Señor. A mí, a la verdad, no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.
2
Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos del cortamiento.
3
Porque nosotros somos la circuncisión, los que servimos en espíritu a Dios, y nos gloriamos en el Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.
4
Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno parece que tiene de qué confiar en la carne, yo más que nadie.
5
Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
6
en cuanto a celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.
7
Pero las cosas que para mí eran ganancias, las he apreciado pérdidas por amor del Cristo.
8
Y ciertamente, aun aprecio todas las cosas como pérdida por el eminente conocimiento del Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, para ganar al Cristo,
9
y por ser hallado en él, no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe del Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
10
por conocerle, y la virtud de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, en conformidad a su muerte,
11
si en alguna manera llegase a la resurrección de los muertos.
12
No que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; mas sigo para asir de aquello como también soy asido del Cristo Jesús.
13
Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14
Prosigo al blanco, al premio del soverano llamamiento de Dios en el Cristo Jesús.
15
Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios.
16
Pero en aquello a que hemos llegado, vamos por la misma regla, sintamos una misma cosa.
17
Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad los que así anduvieren como nos tenéis por ejemplo.
18
Porque muchos andan, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz del Cristo,
19
cuyo fin será la perdición, cuyo dios es el vientre, y su gloria será su vergüenza; que sienten lo terrenal.
20
Mas nuestra vivienda es en los cielos; de donde también esperamos el Salvador, al Señor Jesús, el Cristo;
21
el cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a sí todas las cosas.

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